No había fronteras así que nunca supe en qué
momento entré en ese país. De repente, vi sus habitantes desdibujados en una
calle como volutas de un humo incierto, y me acerqué a ellos para preguntarles.
Ninguno pudo precisarme nada. Sus palabras se disolvían en los labios antes de
ser pronunciadas y en medio de tanta vacuidad llegué a cuestionarme si eran
reales o no. Debían de serlo porque al poco se congregaron todos alrededor mía,
fascinados por mi definición corporal. Y me hicieron su rey, lo más definido
que nunca jamás hicieron.
Yo, sin embargo, no tardé en aburrirme de aquel
lugar sin contornos ni contrastes. Y emigré a otro país.
...aunque a veces me pregunto si llegué a abandonarlo.
Nota: gracias a LP por ayudarme a publicar esto.
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