martes, 13 de octubre de 2009

El uniforme del general

–Dentro de nada, España volverá a tener una monarquía decente y como tiene que ser –me dijo la noche anterior muy tarde ya, cuando el resto de capitanes y generales habían aplacado su entusiasmo y pudimos quedarnos a solas en el dormitorio–. No más Cubas, Áfricas ni Lisboas, sólo España.
Mi marido se quitó las botas, señal inequívoca de que el día terminaba y también de que la suerte estaba echada.